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Diosa Gaia: significado, qué representa y los peligros para la fe Cristiana.

teomormez

Actualizado: 14 may 2024

Pbro. Teódulo Morales Mezo.

Lo ecológico ocupa un lugar fundamental en la Nueva Era. De hecho, el movimiento ecologista actual le debe mucho a esta corriente espiritual, que ha actuado y sigue ejerciendo en muchas ocasiones como “alma” del ecologismo, sobre todo del más radical. En la Nueva Era se habla de la Tierra e incluso del Universo como un gran organismo vivo, que se considera de manera personal y divina.



En nuestra diócesis de San Andrés Tuxtla, tan acechada por la superstición y el satanismo, si no distinguimos bien esta doctrina de la Iglesia, podemos caer en varios peligros: Paganismo, panteísmo, brujería, satanismo, etc.

Por eso, en este artículo que me he dedicado a investigar desde mis estudios de Teología, ofrezco ahora, a manera de apoyo para nuestra pastoral diocesana, una reflexión seria que, Dios quiera, sirva para hacer buen uso de la Teología de la Ecología del Papa Francisco desde su Encíclica "Laudato si". abordaremos cinco capítulos .


  1. La mitología griega

  2. El Panteísmo

  3. Ritos de Brujería en la naturaleza

  4. La Ecología Cristiana bien entendida

  5. Los retos para la Iglesia en temas de ecologismo


1. LA MITOLOGÍA GRIEGA.

A pesar que muchos son los dioses de la mitología griega, Gaia es quizás el mito más importante dado que está considerada como la Tierra. Antes de Gaia solo existía el caos, por lo que les revelamos más sobre la diosa Gaia: significado, qué representa y quién fue.


Gaia es una diosa de la mitología griega. En particular, ella era la diosa primordial, la diosa de la tierra. Gaia  fue la madre de Cronos y Rea,  quienes a su vez engendraron a todos los primeros dioses del Olimpo: Zeus, Hera, Poseidón, Estia, Hades, Deméter.



De los Titanes nacerán otros dioses del Olimpo y también los elementos acuáticos. Gaia también genera los cíclopes junto a Urano. La madre de la tierra, origen del mundo, está presente en cierta medida en todas las mitologías ancestrales del ser humano. Según la mitología griega, la tierra, Gaia, se unió a  su hijo y también marido Urano, el cielo, y generaron todos los demás dioses que existen sobre la faz de la tierra.


Según el mito de la creación, al principio sólo existía el Caos, que era nada y vacío; pero entonces nació Gaia y la vida empezó a florecer. Ella era una de las deidades primordiales, los primeros dioses y diosas que nacieron del Caos y la presencia del cuerpo celeste en la tierra.

Pero también como origen de vida, Gaia pudo crear vida incluso sin la necesidad de tener relaciones sexuales.


Ella sola dio a luz a sus tres primeros hijos: el mencionado Urano , la personificación del cielo, Pontos , la personificación del mar, y Ourea , la personificación de las montañas. El mito de la creación de la mitología griega también dice que la Madre Tierra creó las llanuras, los ríos, las tierras y es responsable de crear el mundo tal como lo conocemos hoy.

Según algunas fuentes, Gaia gobernó el universo antes de que sus hijos, los Titanes , lo controlaran. Algunos mitos también dicen que Gaia era la diosa madre adorada en Grecia antes de que los helenos introdujeran el culto a Zeus.


Gaia en la ciencia

El culto a Gaia se sintió profundamente en la antigüedad. A medida que avanzaba la civilización, se volvió cada vez más genérica y cada vez menos definida a pesar de que su mito sigue vigente ya que se la considera de alguna manera, origen de todo.

De hecho en la década de 1970, los científicos James Lovelock y Lynn Margulis desarrollaron una hipótesis que proponía que existían interacciones y autorregulación entre las diferentes partes de la tierra. Esto mostró cómo el planeta funcionaba como uno solo para preservar su propia existencia. Por ejemplo, el agua de mar nunca es demasiado salada para que exista vida y el aire nunca es demasiado tóxico.


Dado que se consideró un sistema de preservación consciente de la madre, la hipótesis se confirmó más tarde y se convirtió en teoría. Se llamó la hipótesis de Gaia, en honor a la diosa de la Tierra.


2. EL PANTEISMO



La palabra Panteísmo viene del griego pan = todo y teos = Dios, es decir: todo es Dios. Por lo tanto, diremos sin temor a equivocarnos que los panteístas son quienes creen que todo cuanto existe es Dios. Esta creencia se sustenta en un sofisma, que es el siguiente: “si Dios es infinito, y por lo tanto ilimitado, no es posible que nada se encuentre fuera de su Ser, y por ello formamos parte de Él y en tanto es así, somos Él mismo”.


a). Argumentos contra el Panteísmo

  1. El punto entonces está en qué es lo infinito en Dios. Dios no es infinitamente físico, y por lo tanto, nosotros no formamos parte de “su materia”. Dios es infinito en su naturaleza divina, y nosotros tenemos naturaleza humana. También debemos ver la infinitud en sus virtudes: es infinitamente amoroso, infinitamente poderoso, infinitamente justo, infinitamente creativo, infinitamente perfecto, etc.

  2. La verdadera forma de pensar en esto es ver a Dios como Creador. De esta forma, nosotros poseemos materia y espíritu que Él nos ha dado, pero que no forman parte de Su Ser. Creer eso sería equivalente a pensar que un artista pone su sangre, o su carne en la obra que crea.


3. Ritos cósmicos en la Brujería y el Satanismo.

“El firmamento, la tierra, el sol, la luna, el día y la noche, desde un punto de vista científico, son una cosa. Desde un punto de vista vital son otra”. Así comienza (Caro Baroja 1986: 19) a comprender la ‘Poesia’ y el ‘Mito’ subyacentes en ‘la vida de la persona’, el ‘ser-sujeto’ existencialista (M. Heidegger), extendido en ‘su espacio’ (topos)2 y ‘su tiempo’ (cronos), que de un modo cualitativo y concreto constituyen la base cosmológica del individuo arcaico. Aquel ser inmerso en la naturaleza real e inclemente (percibida en segunda persona) –no la naturaleza dramática, ‘artificiosa’ y sublime del romanticismo (expresada ya en tercera persona)–, donde “lo divino y lo demoníaco, el orden y el caos, el bien el mal se hallan en pugna constante y con una existencia ligada a la vida” (Caro Baroja 1986: 19).


Tipos de rituales

1. Ritos de paso o rituales de transición: descritos ya en 1909 por A. Van Gennep. Estos rituales se llevan a cabo en las transiciones experimentadas por personas o grupos a lo largo del ciclo vital, marcando el final de una etapa de desarrollo y el comienzo de otra nueva. Van Gennep tras el estudio de diversas culturas, sostiene la universalidad de este tipo de rituales, a la vez que distingue en ellos las tres etapas.

2. Ritos de continuación: rituales telécticos y de intensificación. A diferencia de los ritos de transición que generalmente se realizan solo una vez en la vida de cada individuo, los rituales de continuidad se ejecutan repetidamente, siendo su finalidad marcar el ritmo de la vida y mantener una continuidad, una normalidad dentro de cada etapa del ciclo vital.

3. Rituales de curación. Se incluirían aquí los rituales realizados para curar, sanar y mantener alejadas determinadas enfermedades.

4. Rituales terapéuticos. Aquí se incluyen los rituales desarrollados por terapeutas y utilizados en la psicoterapia, o bien se puede considerar la psicoterapia en algunos casos como una ceremonia ritual. Haley(1973) consideraba que el tratamiento que se realiza de determinados problemas que suelen surgir en la adolescencia (psicosis, trastornos de conducta, anorexias...) es como un ritual de iniciación, a través del cual se promueve la individuación y emancipación necesaria del joven, como forma de restituirlo a un funcionamiento normal del ciclo vital.


Dentro de estas ritos son los que realizan utilizando a la Creación, desde utilizar gallinas, chivos y cabritos para el sacrificio. En los Tuxtlas, la brujería y el satanismo, ahora, siguen ejecutando este tipo de ritos que sin no se distinguen bien, podrían confundir al católico de fe sencilla.


Grecy Pérez, doctora en Antropología Universidad La Laguna, ha elaborado la primera tesis doctoral de Santería de España. Pérez indica que, sobre todo, en los rituales se sacrifica a "gallinas, gallos y palomas, y en muy contadas ocasiones, porque son muy caros, a cuadrúpedos, como cabras o chivos". "Después, es muy común que la carne se cocine y se comparta con las personas que participan en esas celebraciones", señala.



Para la astrología, el equinoccio representa un momento de equilibrio y armonía en el que el Sol entra al signo de Aries, comenzando aquí el calendario zodiacal y el año astrológico. Curiosamente, para civilizaciones antiguas como la romana, egipcia, entre otras, el año comenzaba en marzo, de la mano con el equinoccio de primavera. Para todas esas culturas antiguas, el equinoccio de primavera era celebrado como un momento de renovación y renacimiento pues el impulso de la fertilidad es manifiesto en la primavera, la cual regresa la vida a aquello que parecía marchito o durmiente durante el frío invierno. Y, al tener la misma duración el día y la noche, este nuevo inicio de ciclo es simbolizado por el equilibrio.


4. La Ecología Cristiana bien entendida.




La encíclica del papa Francisco “sobre el cuidado de la casa común”, titulada Laudato si, muestra una ecología equilibrada, cristiana, que no cae ni en el extremo de la explotación de la naturaleza ni en su divinización.


El Papa reconoce que “algunos rechazan con fuerza la idea de un Creador” (62), y por ello dedica el segundo capítulo de Laudato si a lo que denomina “El Evangelio de la Creación”. Haciendo un repaso a la Sagrada Escritura, señala cómo los salmos invitan a la alabanza del Dios Creador, y no sólo se dirigen a los hombres, ya que “también invitan a las demás criaturas a alabarlo” (72).


Por eso dice después: “existimos no sólo por el poder de Dios, sino frente a él y junto a él. Por eso lo adoramos” (72). La adoración es debida sólo a Dios. La literatura profética abundará en esto al aludir al poder del Dios Creador: “De hecho, toda sana espiritualidad implica al mismo tiempo acoger el amor divino y adorar con confianza al Señor por su infinito poder” (73). El universo está “abierto a la trascendencia de Dios” (79), es decir, a algo que va más allá de él. No podemos identificar todo lo que existe con lo divino, con esas actitudes de panteísmo (todo es Dios) o panenteísmo (Dios contiene al mundo) tan propias de la Nueva Era.


Como subraya el Papa Francisco, “el pensamiento judío-cristiano desmitificó la naturaleza. Sin dejar de admirarla por su esplendor y su inmensidad, ya no le atribuyó un carácter divino” (79).

Por eso habla de la “presencia divina” (80) en la naturaleza, pero a la vez de “la legítima autonomía de las realidades terrenas” (80).


El Papa anima a encontrar a Dios en todas las cosas, pero no se trata de identificación, sino que Dios está íntimamente conectado a todos los seres, como señalan los místicos” (233-234).

“Toda la naturaleza, además de manifestar a Dios, es lugar de su presencia… pero cuando decimos esto, no olvidamos que también existe una distancia infinita, que las cosas de este mundo no poseen la plenitud de Dios” (88), explica el Papa.


La defensa del Dios Creador se hace aún más explícita e importante cuando dice que “no podemos sostener una espiritualidad que olvide al Dios todopoderoso y creador. De ese modo, terminaríamos adorando otros poderes del mundo, o nos colocaríamos en el lugar del Señor” (75).

Por eso llama claramente a “volver a proponer la figura de un Padre creador y único dueño del mundo” (75). El Papa también habla de Dios trinitario en relación con la creación: “el mundo fue creado por las tres Personas como un único principio divino” (238).


Por eso “toda la realidad contiene en su seno una marca propiamente trinitaria” (239) y el hombre ha de procurar “leer la realidad en clave trinitaria” (239). Reitera después que el mundo ha sido “creado según el modelo divino” (240) e invita finalmente a “madurar una espiritualidad de la solidaridad global que brota del misterio de la Trinidad” (240).


5. Los retos para la Iglesia en temas de ecologismo.



1. Mejor “creación” que “naturaleza”.


Continuando con la reflexión anterior, que distingue al Creador de la creación, acabando con cualquier intento de divinización del medio ambiente, el Papa escribe que para nosotros, “decir “creación” es más que decir naturaleza, porque tiene que ver con un proyecto del amor de Dios donde cada criatura tiene un valor y un significado” (76).

Por eso “la creación sólo puede ser entendida como un don que surge de la mano abierta del Padre de todos” (76). Al separar a Dios del resto de lo que existe no se está minusvalorando la realidad creada, sino que se le otorga su verdadera dignidad.

Por ello Francisco cita al patriarca de Constantinopla, Bartolomé, que afirma que “un crimen contra la naturaleza es un crimen contra nosotros mismos y un pecado contra Dios” (8).

El origen divino –y no el carácter divino– de todo lo que existe le da su consistencia y valor: “el mundo procedió de una decisión, no del caos o la casualidad, lo cual lo enaltece todavía más” (77). Por otra parte, en las pocas ocasiones en las que el obispo de Roma se refiere a la “madre tierra”, lo hace con minúsculas, en el sentido en el que la llamaba así san Francisco de Asís, mezclando siempre ese apelativo con el de “hermana”.


2. El verdadero valor de los seres vivos.

Los seres creados por Dios tienen su importancia y dignidad precisamente por la distinción que hemos analizado antes. La responsabilidad del ser humano es la de la custodia y la protección de algo que es mediación del Creador para él.

De ahí la gravedad de la situación actual: “por nuestra causa, miles de especies ya no darán gloria a Dios con su existencia ni podrán comunicarnos su propio mensaje” (33).

Queda claro, pues, que las criaturas alaban a Dios por el mero hecho de existir y no se alaban a sí mismas. Esto no les quita su dignidad, sino al contrario: “porque todas las criaturas están conectadas, cada una debe ser valorada con afecto y admiración, y todos los seres nos necesitamos unos a otros” (42).

La existencia de los demás seres vivos ha de ser reconocida por los cristianos como una referencia al Creador, a quien simplemente existiendo le dan gloria (algo que aparece claramente en el Catecismo de la Iglesia Católica).

Por eso “hoy la Iglesia no dice simplemente que las demás criaturas están completamente subordinadas al bien del ser humano, como si no tuvieran un valor en sí mismas y nosotros pudiéramos disponer de ellas a voluntad” (69).

Según explica Francisco, “todo el universo material es un lenguaje del amor de Dios, de su desmesurado cariño hacia nosotros” (84).


3. Defensa del antropocentrismo

El papel y el valor del ser humano son especiales, y no puede equipararse al resto de la realidad existente, ni siquiera al resto de los organismos vivos, porque tiene una “dignidad especialísima” (43).

Ya en los primeros números el Papa habla del “ambiente humano” (5) al referirse a la naturaleza, poniendo al hombre en el centro, ya que él tiene capacidad de transformar la realidad.

También alude al “sentido humano de la ecología” (16). Porque “ha sido creado para amar” (58), Francisco se refiere a los logros humanos y sus gestos de cuidado: no todo es una valoración negativa de la acción del hombre sobre la naturaleza.


En su exposición doctrinal del segundo capítulo subraya el carácter especial de la creación de la humanidad dentro del proceso de creación del universo por parte de Dios y habla de una “dignidad infinita” (65). Recuerda que, como señalaba Benedicto XVI, “cada uno de nosotros es el fruto de un pensamiento de Dios” (65). Los relatos del comienzo del Génesis nos indican las tres relaciones fundamentales en las que se basa la existencia humana: “con Dios, con el prójimo y con la tierra” (66).


4. ,La verdadera “ecología integral”

En síntesis, el título de la encíclica nos dice cuál ha de ser la actitud del ser humano ante la naturaleza: adoración a Dios, que es el autor de lo que existe y es quien debe ser alabado.

Por eso en el comienzo el pontífice presenta a san Francisco de Asís como ejemplo de una “ecología integral” (10), ya que “nos propone reconocer la naturaleza como un espléndido libro en el cual Dios nos habla y nos refleja algo de su hermosura y de su bondad” (12).

El santo medieval italiano también es modelo de “una sana relación con lo creado” (218). Y llama al “respeto de los ritmos inscritos en la naturaleza por la mano del Creador” (71).

El Papa propone a los cristianos en este documento “algunas líneas de espiritualidad ecológica que nacen de las convicciones de nuestra fe” (216), que podrían resumirse en la llamada a “vivir la vocación de ser protectores de la obra de Dios” (218).


CONCLUSION

Una invitación humilde de mi parte es meditar y catequizar a nuestros pueblos con el MENSAJE A LOS CAMPESINOS DE NUESTRA DIÓCESIS. MONS. JOSE LUIS CANTO SOSA. FIESTA DE SAN ISIDRO LABRADOR, de donde extraigo esta excelente oración de bendición de la tierra.


Oremos:

Dios fuente de todos los bienes, bendice y da fecundidad a las semillas, los

 saberes y trabajos de nuestras familias, para que puedan alegrarse con abundantes

 cosechas y proclamar siempre sus

alabanzas hacia Ti Dios Único y

Verdadero;

cuidando la creación

que Tú Padre Bueno y misericordioso, nos encomendaste,

y que transmitamos a las nuevas

generaciones, los saberes, las semillas

y el amor a la hermana y madre tierra

que nuestros antepasados nos dejaron.

Te lo pedimos por Jesucristo nuestro hermano y con la intercesión de San Isidro. Amen.




Fuentes:

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