VI Domingo del Tiempo Ordinario
12 de febrero de 2023
Queridas hermanas y queridos hermanos:
El Señor pide que cumplamos sus mandamientos. No lo exige a la fuerza, sino como obsequio de la voluntad y de la libertad, en la dinámica de la opción personal ante Dios y ante su proyecto de salvación. Para hacer esta opción es necesaria la sabiduría que viene de Dios mismo.
Unos 200 años antes de la Encarnación de Cristo, durante la dominación griega, un sabio inspirado por Dios, escribió el Libro del Sirácide (Eclesiástico). En aquel tiempo algunos judíos, instigados por ciertos gobernantes, adoptaban costumbres extranjeras, en contra de sus tradiciones. El autor del Sirácide, un escriba lleno de fervor al templo y de respeto al sacerdocio y a las Escrituras, busca demostrar, apelando a la fuerza de la tradición de los padres, que la genuina sabiduría está en la Ley dada a Israel. Pero lejos de querer imponerla por la fuerza, llama a la conciencia de los judíos que se están apartando de su religión. Afirma que Dios, nos ha creado libres, por lo cual pide hacer una opción: fuego o agua, muerte o vida (cfr. Eclo 15, 16-17).
Desde el principio, el Creador nos ha dado el sagrado don de la libertad, que él mismo respeta, a pesar de los riesgos que implica. No quiso crear “robots” programados, sino personas con inteligencia, voluntad y libertad. Quizás, si el Señor nos hubiese programado para hacer solo el bien, no habría males e injusticias en el mundo, pero tampoco existirían seres humanos libres y capaces de ejercer esa misma libertad.
El Evangelio de San Mateo (Mt 5, 17-37), preocupado por presentar los principios que rigen el tiempo del cumplimiento y de la plenitud del plan de Dios, iniciado desde la antigua alianza, aborda el tema de la Ley. En el Sermón de la Montaña, Jesús revalora y redimensiona el sentido de la Ley, superada, pero al mismo tiempo vigente. Él no viene a “abolirla”, sino a “darle plenitud”. La Torâh (Instrucción - Ley) fue muy importante en el Antiguo Testamento y no puede ser desechada por los discípulos, sino recibida con gratitud y asumida como parte de las Santas Escrituras.
Pe
ro al mismo tiempo que la Ley alcanza su plenitud, con la llegada del Mesías, también es superada. La presencia de Jesús la desborda y la perfecciona, porque él pide hacer todo, incluso acatar las normas, como expresión de amor y no solo como mero cumplimiento legalista. Guardar los preceptos libremente, teniendo como principio el amor es lo que otorga la perfección y las enseñanzas del Señor, se convierten en un ideal de esa misma perfección, radicado en el corazón de cada persona. Por eso, optar por Jesús y su proyecto no es fácil. Requiere de una decisión firme e irrevocable, por medio de una sabiduría superior a la que se puede conseguir por el esfuerzo humano y los talentos naturales, la sabiduría que procede del mismo Dios, como hoy nos enseña San Pablo.
En la Primera Carta a los Corintios (I Cor 2, 6-10), el Apóstol ofrece una especie de radiografía de la vida, organización y conflictos de una comunidad cristiana naciente, con gran vitalidad, pero situada en medio de un hervidero de culturas y paganismo de fuerte influencia y con exagerado aprecio del mundo griego, al conocimiento humano y a la retórica. En este contexto, San Pablo recuerda que la única y genuina sabiduría viene de Dios y se manifiesta en el misterio de la crucifixión de su Hijo, para salvación de todos, ya que Dios realizó la salvación por la humillación de su Hijo hasta la muerte en cruz. A esta sabiduría divina, escondida y misteriosa solo se puede tener acceso mediante la fe, pues para los griegos es necedad y locura para los judíos.
Solo es posible hacer opción por Jesús y su proyecto de salvación cuando la mente y corazón se abren a esa sabiduría divina. Esto vale nos solo para la comunidad de Corinto, sino para nosotros hoy, en esta sociedad actual que se jacta de sabia por sus avances científicos y tecnológicos. Pero, al mismo tiempo que rinde culto a la razón y a las ciencias y dice pugnar por “las libertades”, nuestra sociedad cae en contradicciones. Su obsesión por la libertad la ha llevado a sufrir muchas formas de esclavitud; queriendo ser sabia se ha ofuscado en sus vanos y necios razonamientos y queriendo ser libre, se ha construido sus prisiones y forjado sus propias cadenas.
Jesús nos sigue invitando a optar voluntariamente por él y por su Reino. A nadie coacciona, ni impone sus mandatos por la fuerza. Él llama a aceptarlos y cumplirlos con entera y absoluta libertad, siempre como expresión de amor generoso y oblativo. En este sentido, sus exigencias son más fuertes y apremiantes, pero al mismo tiempo expresan mayor perfección, la que él mismo ha traído, en la plenitud de los tiempos.
Quien opta libremente por Jesús como Mesías y por su proyecto de salvación, se convierte en su discípulo, se compromete a seguirlo con decisión y fidelidad, a practicar sus enseñanzas y cumplir con sus mandatos. En consecuencia, nunca será aceptable intentar hacer del cristianismo una “religión a la carta”, donde cada quien puede seleccionar lo que le apetece y dejar de lado lo que no le agrada. La genuina aceptación de la salvación que ofrece Jesús es total, absoluta, íntegra, incondicional e irrevocable.
Queridas hermanas y queridos hermanos:
Hoy Domingo 12 de febrero de 2023 celebramos la Jornada de la Vida Consagrada en nuestra querida Diócesis de San Andrés Tuxtla. La XXVII Jornada Mundial de la Vida Consagrada con el título “Hermanas y hermanos para la misión” se llevó a cabo el 2 de febrero, Fiesta de la Presentación del Señor, Día de la Candelaria. La Vida Consagrada está conformada por todos los bautizados que se consagran a Dios a través del rito de la profesión o el de consagración de vírgenes. Estos fieles se comprometen a vivir la pobreza, la castidad y la obediencia a través de emisión de votos o promesas. Los fieles que responden a la vocación de la Vida Consagrada integran los Institutos de Vida Contemplativa (varones y mujeres en comunidades claustrales), Institutos de Vida Apostólica (congregaciones religiosas masculinas y femeninas, sociedades de vida apostólica), Institutos Seculares, Orden de las Vírgenes Consagradas y nuevas formas de Vida Consagrada.
Esta Jornada de la Vida Consagrada pretende unir a todas las comunidades de Vida Consagrada que ofrecen sus servicios pastorales en nuestra querida Diócesis de San Andrés Tuxtla y nos invita a hacernos estas preguntas: ¿Invocamos al Espíritu Santo con fuerza y frecuencia y le pedimos que Él reavive en nuestro corazón el fuego misionero, el celo apostólico, la pasión por Cristo y por la humanidad? ¿Nos sentimos urgidos a “hablar de lo que hemos visto y oído” (1 Jn 1,3)? ¿Sentimos la nostalgia de Cristo? ¿Sufrimos y arriesgamos en sintonía con su corazón pastoral? ¿Estamos dispuestos a "ensanchar nuestra tienda", a caminar juntos? Y sobre todo preguntémonos: ¿Es la Persona de Jesús, sus sentimientos, su compasión, lo que apasiona nuestro corazón?
Pidamos a Dios, por intercesión de Nuestra Señora del Carmen, San José y San Andrés Apóstol, que nos ayude a cada uno de nosotros a cumplir su voluntad con amor y alegría y que nos conceda más vocaciones al Sacerdocio, a la Vida Consagrada y al compromiso laical. Así sea.
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