AQUELLA TARDE EN DENNY'S
-Está muy raro su anuncio, señorita.
-Como yo ya me lo esperaba, me limité a sonreír.
Una sonrisa no compromete a nada, pero satisface siempre.

-Se lo publicaremos en el periódico, no se preocupe. Llene usted la solicitud y paga en la caja. Es todo.

-Aquella tarde en Denny's. Avenida de los Insurgentes, Ciudad de México. ¿Qué desean tomar? Recorríamos con desilusión el menú de carnes, ensaladas y postres. Un viento frío hacía rodar las hojas secas entre los automóviles.

-Mira ese Mustang blanco.
-Yo, un chocolate caliente. -
-A mi otro, por favor. -
Javier y Pedro Luis no habían llegado.
-Verás como no vienen. ¿Qué horas traes?
-Las seis de la tarde. Señorita, por favor unos bísquets.
-¿Con mermelada?
-Te digo que son como todos.
-A mí de naranja. ¿Tú de que la quieres Marilú?
-Javier me habló por teléfono dos veces. Cómo crees que se iba a equivocar. Le dije que nos veríamos aquí en Denny’s.
-Está rico el chocolate, ¿no?
-Muy dulce, me gusta amargo. Ahí va otro Mustang blanco.
-Olvídate, no es el de Javier,
-¿Oye, no es Cristina la que está con ese tipo melenudo de chamarra negra?
-Agua por favor, señorita.
Marilú empezó a tranquilizarme,
-No es que yo sea pesimista, lo que pasa es que me gusta aterrizar en la realidad. Las cosas como son. Todos los muchachos son iguales. Incumplidos, informales, versátiles, tornadizos, volubles, muy veletas, parecen la pura verdad.
-¿Por qué Javier me dijo dos veces que aquí nos veríamos? Luego te resultan los muy niños con que se descompuso el carro o cualquier pretexto de ésos,
-Marilú, la envidio, ella si sabe tomar las cosas con calma. Más agua por favor, señorita.

Miro correr por tus ojos
agua de tu corazón
como arroyo transparente
cuyo fondo alumbra el sol.
Qué bien se estará allá dentro
mitigada la pasión
del estío con las frescas
aguas puras de tu amor.
-La canción me llegaba al alma como una pequeña herida. Hacía sangre. Marilú entonces me dijo: No vale la pena sufrir por uno si hay tantos.
-Dime donde están que yo no encuentro ni uno. Todos son iguales.
-Verás. Así fue como se le ocurrió que fuéramos al periódico a poner el anuncio. Pero Marilú, se van a reír de nosotras
-¿Quién te conoce?
-Aquí le dejamos la propina señorita.
-Tome la hoja de solicitud, escribí temblando como puede pague el precio del anuncio. Al día siguiente, en un rinconcito del periódico de la mañana apareció nuestro flamante anuncio:
Se solicitan novios con cartas de recomendación.
Llame al teléfono 550 818 2121. Absoluta discreción.
Solo hubo dos llamadas que ofrecen cartas de recomendación. Pero ay, se trataba de Javier y Pedro Luis
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