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MENSAJE A UN MES DEL PROCESO ELECTORAL

«Procuren, planten, trabajen por el Bien Común» Jer 29, 5-7Prot. No. 161/24


Al Pueblo de México:





A un mes del proceso electoral de junio del 2024, con el favor de Dios y el compromiso de todos, el país está de pie y la vida sigue adelante, con el aporte de pequeñas y grandes acciones de millones de mexicanos en su trabajo de cada día, también con la responsabilidad de los gobernantes y, sobre todo, debemos sumar los anhelos de las jóvenes generaciones que heredarán lo mejor de México y se convertirán, pronto, en responsables de su presente.


La ciudadanía dio un ejemplo de civilidad democrática el pasado 02 de junio, tanto los que se sienten representados en los resultados como quienes han expresado otras opciones en las urnas y, especialmente, los que se han hecho cargo de la jornada electoral en cada una de las casillas en todo el país, a quienes debemos expresar nuestra más amplia gratitud. Muchos ciudadanos podrán sentirse satisfechos, otros, por distintos motivos muy válidos, han vivido los resultados con frustración, pero entre unos y otros debe haber respeto para construir juntos nuestro futuro, unos y otros formamos el mismo país.


Que no prevalezca el sentimiento de vencedores o vencidos, sino el de ciudadanos de la misma patria que debemos construir con el talento de todos, sin exclusión. México debe ser tierra de libertad y oportunidades para todos, en un ambiente de justicia y paz que todos anhelamos. En este momento, recordemos las palabras de Jesús: «Que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti» (Juan 17, 21). Esta oración nos inspira a buscar la unidad en nuestra nación, más allá de nuestras diferencias.


Como Obispos de la Iglesia Católica presente en México, hemos felicitado en su momento a la virtual presidenta Claudia Sheinbaum Pardo y a quienes han sido elegidos para algún cargo popular. No podemos dejar de mencionar el hecho histórico de tener por primera vez a una mujer al frente del Poder Ejecutivo reconociendo lo que de manera propia puede aportar la mujer a la sociedad. San Juan Pablo II, en su Carta alas Mujeres de 1995, enfatizó el genio de la mujer y su contribución en todos los ámbitos de la vida, incluyendo la política y el liderazgo social, de tal forma que «la mayor presencia de la mujer en la sociedad se revela determinante para hacer visibles y superar ciertas formas unilaterales de ver el mundo», para construir una sociedad más inclusiva.


Sin embargo, ahora nos permitimos hacerles un llamado respetuoso para que dirijan sus decisiones y primeras acciones, hacia la construcción de la unidad nacional, la inclusión de todos en el proyecto de nación democrática que tenemos desde hace décadas, hacia el fortalecimiento y autonomía de los tres poderes del Estado con todas sus instituciones, y hacia la vigencia plena del Estado de Derecho, en el respeto a los derechos humanos fundamentales. Sin duda todo esto forma parte del mandato recibido en las urnas el 02 de junio pasado.


Hacemos también un llamado respetuoso a todos los mexicanos, para ir más allá de la contienda

electoral y colocarse ahora con ánimo y esperanza, con la conciencia de que el futuro de nuestro país necesita de todos, jóvenes y adultos, sociedad civil y fuerzas armadas, comunicadores y educadores, empresarios y lideres sociales, obreros y campesinos, profesionistas, comerciantes y toda la clase laboral.


Como Conferencia del Episcopado Mexicano, hemos reflexionado constantemente sobre nuestra

realidad nacional. En nuestro documento Que en Cristo Nuestra Paz, México tenga vida digna (2010), afirmamos que «la construcción de un México más justo y fraterno es tarea de todos». Esta convicción sigue vigente hoy más que nunca, y nos llama a trabajar unidos por el bien común de nuestra nación, superando divisiones y construyendo puentes de diálogo y reconciliación. En este espíritu, cada una de nuestras familias, de nuestras comunidades en todos los ámbitos, los partidos políticos y los servidores públicos, las distintas iglesias y grupos religiosos, todos, sin distinción, debemos responder a una vocación de grandeza y unidad, como corresponde a México

y su historia.


Debemos dirigir nuestra mirada y nuestros esfuerzos a superar la desigualdad social y la pobreza,

debemos tener como prioridad el bien común, para lograr mejores oportunidades para todos, debemos anhelar la superación de la violencia y la criminalidad que tanto mal nos causa, debemos buscar como construir la paz y la armonía entre todos. Como Iglesia católica expresamos nuestro compromiso con el diálogo, la cultura del encuentro y la reconciliación. Recordemos las palabras de Jesús: «Dichosos los que trabajan por la paz, porque Dios los aceptará como sus hijos» (Mateo 5, 9).

Fieles a nuestra tradición espiritual, invitamos a todos los mexicanos a orar por quienes asumen la

responsabilidad de gobernar. Que Dios les conceda sabiduría para promover la unidad, la justicia y el bien común, respetando el valor de cada persona en nuestra sociedad.

Confiados en el amor de Santa María de Guadalupe, corazón de nuestro pueblo, encomendamos el futuro de México a su intercesión maternal. Que ella, desde el Tepeyac, nos guíe hacia un mañana de unidad y esperanza. Que la fe guadalupana inspire a todos los mexicanos a construir juntos un país más justo y fraterno, caminando unidos bajo su manto protector hacia el destino luminoso que Dios sueña para nuestra nación.


Santa María de Guadalupe, Madre de México, guía nuestros pasos hacia un futuro prometedor. Con afecto pastoral y como hermanos en la fe, invocamos la bendición de Dios sobre todo el pueblo mexicano.


Que la gracia del Señor nos acompañe en este camino de unidad y esperanza.

Sus hermanos y pastores, los Obispos de México.


Ciudad de México, 2 de julio de 2024.

+Mons. Rogelio Cabrera López

Arzobispo de Monterrey

Presidente


+ Mons. Ramon Castro Castro

Obispo de Cuernavaca

Secretario General

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