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REFLEXIÓN DOMINICAL. MONS. JOSE LUIS CANTO SOSA.

teomormez

DIÓCESIS DE SAN ANDRÉS TUXTLA

S. I. CATEDRAL DE SAN JOSÉ Y SAN ANDRÉS APÓSTOL

SAN ANDRÉS TUXTLA. VERACRUZ

CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA

DOMINGO II DE ADVIENTO CICLO C

8 DE DICIEMBRE DE 2024

HOMILÍA

+MONS. JOSÉ LUIS CANTO SOSA

Primera Lectura. Del Libro del Profeta Baruc 5, 1-9: Dios mostrará tu grandeza.

Salmo Responsorial. Del salmo 125: Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor.

Segunda Lectura. De la Carta del Apóstol San Pablo a los Filipenses 1, 4-6. 8-11: Manténganse limpios e irreprochables para el día de Cristo.

Aclamación antes del Evangelio. Cfr. Lc 3, 4. 6: Preparen el camino del Señor, hagan rectos sus senderos, y todos los hombres verán al Salvador.

Evangelio. Del Santo Evangelio según San Lucas 3, 1-6: Todos verán la salvación de Dios.

Queridos hermanos y queridas hermanas:

En el Segundo Domingo del Tiempo de Adviento Ciclo C, las Lecturas de la Misa de hoy nos presentan el Anuncio de la llegada del Señor y la preparación que debemos tener para recibirlo. El Tiempo del Adviento es el tiempo de la preparación para las solemnidades de Navidad, cuando conmemoramos la primera venida del Hijo de Dios a los hombres. Pero también dirige la atención hacia la segunda venida del Señor al final de los tiempos. En el Prefacio I de Adviento oramos: “En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor. Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo Señor nuestro. Quién al venir por primera vez en la humildad de nuestra carne, realizó el plan de redención trazado desde antiguo y nos abrió el camino de salvación; para que, cuando venga de nuevo en la majestad de su gloria, revelando así la plenitud de su obra, podamos recibir los bienes prometidos, que ahora, en vigilante espera, confiamos alcanzar”.

Durante el Tiempo de Adviento aparece el significado de la misión de San Juan Bautista. Su figura se impone como una actitud de fidelidad y de respuesta a la nueva manifestación de Dios que se avecina. San Juan Bautista, en el Evangelio de hoy (Lc 3, 1-6), nos habla de la necesidad de la conversión, del cambio de mentalidad, para poder hallar y seguir a Jesús. La figura de San Juan el Bautista aparece como la señal de la llegada de la salvación de Dios. Y es que la llegada del Reino de Dios se produjo cuando el Precursor empezó a predicar la conversión y a anunciar la Buena Nueva.

San Juan Bautista es una figura enigmática. Es un profeta movido por el Espíritu de los profetas, que llama a un bautismo en señal de penitencia, porque detrás de él viene el que bautizará con el Espíritu Santo. Es testigo de la luz, cuyo testimonio anuncia la llegada de los tiempos mesiánicos. En el Evangelio de hoy, en San Lucas, se nos presenta la imagen de Juan el Bautista. San Juan Bautista señala la continuidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento: es el último de los Profetas que anuncia la vendida del Señor, y el primero de los testigos de Jesús. Su particularidad consiste en que, mientras los demás Profetas habían anunciado a Cristo desde lejos, Juan Bautista lo señala ya con el dedo.

San Juan el Bautista se presenta predicando la necesidad de convertirse. El bautismo de Juan tenía un marcado carácter de conversión interior, que disponía para recibir la llegada de Jesús. San Juan el Bautista prepara el camino del Señor. Es el anunciante de la Salvación. Pero es simplemente la voz que anuncia. El Bautista proclama: Viene aquel a quien yo no soy digno de desatar la correa de sus sandalias. Cuando en una familia se espera el nacimiento de un nuevo miembro todos viven los preparativos con intensidad. Hasta los más alejados de la pareja se preocupan por preguntar cómo van las cosas, y los más cercanos colaboran en la preparación del hogar. En fin, no hace falta abundar en detalles sobre todo lo que se puede hacer para preparar el nacimiento de un niño. Y lo más importante: si hay hermanitos, hablar con ellos para preparar el corazón. Si no los hay, soñar en pareja, imaginar el futuro, rezar a Dios por la nueva vida.

Preparar el nacimiento de Jesús debe ocasionar similares preparativos y emocionar de manera parecida el hogar. Por eso, es bueno preguntarnos ¿cómo nos estamos preparando para el nacimiento de Cristo? ¿Cómo le hacemos un lugar en nuestro trabajo, en nuestra familia, en nuestro corazón? Arreglemos nuestro corazón, acercándonos al Sacramento de la reconciliación, tejamos una gran red de oraciones y consigamos todo lo necesario para que nuestra propia existencia sea una casa agradable donde pueda venir el Señor. Allanemos los caminos para que todos sean testigos de la salvación. Durante el Adviento del año 1980 el Papa Juan Pablo II estuvo con más de dos mil adolescentes y jóvenes en una parroquia romana. Y comenzó la catequesis: - ¿Cómo es que se preparan para la Navidad? - Con oración, - responden los chicos gritando. - Bien, con la oración, les dice el Papa, pero también con la Confesión. Tienen que confesarse para acudir después a la Comunión. ¿Lo van a hacer? - ¡Si, lo haremos! - Si, deben hacerlo - les dice Juan Pablo II. Y en voz más baja agrega: El Papa también se confesará para recibir dignamente al Niño-Dios.

El Papa Francisco nos dice: En este tiempo de Adviento, dejémonos guiar por la exhortación del Bautista: “Preparen el camino al Señor, allanen sus senderos”. Nosotros preparamos el camino del Señor y allanamos sus senderos cuando examinamos nuestra conciencia, cuando escrutamos nuestras actitudes, cuando con sinceridad y confianza confesamos nuestros pecados en el Sacramento de la Penitencia. En este Sacramento experimentamos en nuestro corazón la cercanía del Reino de Dios y su salvación. La salvación de Dios es trabajo de un amor más grande que nuestro pecado; solamente el amor de Dios puede cancelar el pecado y liberar del mal, y solamente el amor de Dios puede orientarnos sobre el camino del bien. Que la Virgen María nos ayude a prepararnos al encuentro con este Amor cada vez más grande que en la noche de Navidad se ha hecho pequeño, como una semilla caída en la tierra, la semilla del Reino de Dios. (Ángelus, 4 de diciembre de 2016)

Queridos hermanos y queridas hermanas: Qué bueno sería que para prepararnos para la llegada del Señor en la próxima Navidad, dentro de unas pocas semanas, nos propongamos algún propósito semanal para ayudar a nuestro prójimo y prepararnos interiormente. Podríamos visitar algún enfermo, ayudar en alguna tarea de la parroquia, confesarnos y comulgar, rezar más, llevar a los hijos a presenciar con recogimiento algún pesebre viviente. Pidamos a la Virgen María y a San José, que tan esmeradamente prepararon en sus corazones la llegada de Jesús, que nos ayuden a que en nuestras familias todos nos dispongamos a recibir a Jesús como ellos. Que así sea.


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