DIÓCESIS DE SAN ANDRÉS TUXTLA
SAN ANDRÉS TUXYLA, VERACRUZ
XVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
21 DE JULIO DE 2024
HOMILÍA
+MONS. JOSÉ LUIS CANTO SOSA
Primera Lectura. Del Libro del Profeta Jeremías 23, 1-6: Reuniré el resto de mis ovejas y les pondré pastores.
Salmo Responsorial. Del Salmo 22, l-3a. 3b-4. 5. 6: El Señor es mi pastor, nada me faltará.
Segunda Lectura. De la Carta del Apóstol San Pablo a los Efesios 2, 13-18: Cristo es nuestra paz; él ha hecho de los judíos y de los no judíos un solo pueblo.
Aclamación antes del Evangelio Jn 10, 27: Mis ovejas escuchan mi voz, dice el Señor; yo las conozco y ellas me siguen.
Evangelio. Del santo Evangelio según san Marcos 6, 30-34: Andaban como ovejas sin pastor.
Queridos hermanos y queridas hermanas:
El Evangelio de San Marcos nos presenta a Jesús lleno de compasión por la gente que anda como ovejas sin pastor. El Profeta Jeremías, prepara este pasaje con una fuerte crítica a los pastores de Israel por no cumplir su misión, más aún, por haberse convertido en depredadores del rebaño que debieran cuidar y anuncia que Dios mismo será quien lo apaciente. San Pablo, por su parte, en la Carta a los Efesios se refiere a la paz que Cristo ha venido a traernos.
Reflexionemos la Palabra de Dios:
En la Primera Lectura encontramos que el Profeta Jeremías (Jer 23, 1-6) lanza un fuerte reproche de parte de Dios, a los pastores de Israel, porque en vez de reunir a las ovejas, las han dispersado: “¡Ay de ustedes los pastores que dispersan y dejan perecer las ovejas de mi rebaño, dice el Señor!” (Jer 23, 1). Promete reunir de nuevo el resto del rebaño, desde todas las regiones donde fue expulsado, y constituir pastores que las conduzcan a los pastizales. Se refiere particularmente a un sucesor de David, que será un pastor justo, lleno de sabiduría y de generosidad y recibirá el nombre de “Señor nuestra justicia” (Jer 23, 6).
En el Evangelio de San Marcos (Mc 6, 30-34) se nos comparte que los apóstoles, terminada su primera misión, volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. El trabajo ha sido extenuante, por lo que el Señor, aunque exigente en el cumplimiento de la misión, es también misericordioso y se preocupa por el descanso de los suyos. Por eso les dice: “Vengan conmigo a un lugar solitario, para que descansen un poco” (Mc 6, 31a). Añade San Marcos: “Porque eran tantos los que iban y venían, que no les dejaban tiempo ni para comer” (Mc 6, 31b).
El gesto de Jesús hacia los discípulos revela gran calidad humana, pero sobre todo su gran caridad de Pastor. Sabe que una actividad intensa durante mucho tiempo exige tomar reparar las fuerzas, tomando descanso. Todos los seres humanos, también los seguidores de Jesús, tenemos necesidad de hacer pausas en nuestro camino, porque nuestra naturaleza misma nos exige alternancia entre trabajo y reposo. Jesús lo sabe bien.
Este gesto de Jesús es también una interpelación a la sociedad pragmática en que vivimos. Las personas muchas veces son reducidas a engranajes de la maquinaria productiva. El valor de lo económico suele ser puesto por encima de los valores humanos y de las personas mismas, las cuales llegan a ser reducidas a simple fuerza de trabajo, que cuando ya no producen son simplemente desechadas. Es lo que el Papa Francisco llama “cultura del descarte”. En cambio, Jesús establece una relación exquisitamente humana, de enorme cercanía con sus discípulos, pero sobre todo de una caridad ejemplar.
Sin embargo, en esta ocasión no se llega a realizarse del todo el deseo del Señor, ya que la gente que lo ve marcharse con los discípulos empieza a acudir al lugar a donde se dirigen. La muchedumbre los espera. Una necesidad más urgente e imperiosa se antepone, en este caso la de las personas deseosas y de escuchar al Maestro y necesitadas de su ayuda.
Jesús, al desembarcar, ve a la multitud y se conmueve por ella porque se da cuenta que están como ovejas sin pastor. Llama la atención que lo primero que hace el Señor, lleno de compasión, es enseñar. ¿Por qué Jesús se ocupa en primer lugar de esto y no de remediar otras carencias? Porque antes de atender diversas necesidades también legítimas e importantes, las personas requieren ante todo recibir el mensaje que ilumine, guíe y dé sentido a su existencia. Quien no conoce la Palabra que viene del Señor, carece de lo principal y más necesario, de la salvación integral.
A pesar de que las personas logren saciar muchas necesidades humanas, si no resuelven la más importante, es decir, la que otorga pleno sentido a su vida, permanecen vacías. En cambio, quien conoce la verdad del Evangelio puede caminar con seguridad en su vida y encontrarle sentido.
Ese anuncio tiene su cumplimiento en Jesús, de la descendencia davídica, el Buen Pastor que cuida con esmero, diligencia y cariño a sus ovejas. No sólo las conduce por los senderos rectos, las alimenta y atiende en sus necesidades, sino que da la vida por ellas. Su ser y calidad única de Pastor supera todas expectativas proféticas.
San Pablo en su Carta a los Efesios alude a la reunión de todos en un solo pueblo, gracias a Jesucristo, porque “Él hizo de los judíos y de los no judíos un solo pueblo” (Ef 2, 14). Según el Apóstol Pablo, antes de Cristo dominaba la división, por un muro que separaba a Israel de las otras naciones. Pero gracias a Jesús, ese muro ha sido derribado. Ya no existe más diferencia entre judíos y griegos. El Buen Pastor, al dar su vida por todos sin excepción y “destruyó, en su propio cuerpo, la barrera que separaba” (Ef 2, 15)
Queridos hermanos y queridas hermanas: Los discípulos de Cristo necesitamos seguir derribando muchos muros y construyendo otros tantos puentes, para consolidar la unidad del rebaño del único Pastor. En este Año de la Eucaristía, alimentados con el mismo Pan de la Vida y atendiendo a la misma enseñanza de nuestro Maestro común, caminemos en sinodalidad, sabiendo que el Señor es nuestro Pastor y que nada nos falta, “aunque vayamos por cañadas oscuras, nada podemos temer, porque Él está con nosotros, su vara y tu cayado nos dan seguridad”. En este pasaje evangélico según San Marcos está latente una doble tensión: por un lado, que descansar y estar a solas con Dios no implica desentendimiento o aislamiento del curso cotidiano de la vida. Y por otro, que por mucha demanda pastoral que haya, es muy necesario dedicar tiempo para nutrirse y para reintegrar la actuación misionera en la totalidad de la vida. Y esto, exige un tiempo. Por intercesión de Nuestra Señora del Carmen, San José, San Andrés Apóstol y Santiago Apóstol que aprendamos a manejar con sabiduría y audacia la tensión existente entre misión-oración y actividad-descanso, para que podamos vivir siempre desde Dios y siempre para los demás. Que así sea.
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