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MÉDICOS NO HAN PODIDO DICTAMINAR PORQUÉ ESTÁ INTACTO EL CUERPO DE ILMO. SEÑOR OBISPO RAFAEL GUIZAR

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El Dr. Sanginés hizo el papel de Santo Tomás, tentó el cadáver para creer clavando un bisturí en el cuello del extinto Prelado.


NOVEDADES.


Un velo blanco cubría su rostro y el cuerpo no estaba ni momificado ni putrefacto —Hoy será objeto de honras fúnebres en Catedral con cuerpo presente.


Diario de Xalapa a 3 de junio de 1950.

Transcrito por Profr. Andrés Guzmán Olmos



Aunque la fantasía popular que nadie puede impedir ni detener, atribuye a un verdadero milagro el hecho de que el cadáver del Ilmo. Sr. Obispo de Veracruz, Dr. Rafael Guízar y Valencia se encuentre intacto después de doce años de haber sido sepultado bajo tierra en la fosa propiedad de la familia Meza, del Cementerio Antiguo de esta ciudad, la ciencia se encarga de investigar las verdaderas causas biológicas, o fisiológicas que han intervenido para que el cadáver de tan ilustre Prelado, en efecto, esté tan fresco y completo, como si tuviera sólo horas de haber dejado de existir, con la palidez natural de la Director de Asistencia, Vega Lanzagorta, Carlos Aceves, Lara Carrillo de la Cruz Roja, José Maraboto, y otros profesionistas que no pudimos anotar ya, así como almos miembros del Clero Secular, y numerosos seminaristas que corrían de un lado para otro; también estaba el eminente cirujano Dr. Ricardo Gutiérrez. Al ser quitada la cubierta de lámina de zinc, quedó al descubierto la enorme caja de madera negra, con todos los ornamentos y herrajes que le fueron al ser traída a Xalapa desde la ciudad de México, la caja es de finísima madera de ébano.


Todos los presentes estaban estupefactos: muerte, únicamente. Un Alto Prelado, que no nos autorizó dar su nombre, declaró a “EL TEMA DE HOY” que no podía opinar que se tratara de un milagro, pues primero es necesario que científicamente los Médicos hagan las investigaciones y dictaminen y después de sus observaciones y estudios y conocida su opinión científica, podría haber base para poder decir que hay de cierto sobre el milagro no.



Pero lo que es cierto, lo que nosotros vimos y observamos, no obstante tantas dificultades que nos fueron puestas por los jóvenes seminaristas que se extralimitaban en su celo por cumplir con lo que ellos consideraban el cumplimiento de una orden, no sabemos de quien, puesto que el Ilmo. Sr. Obispo Pío López había girado órdenes para que se nos dieran facilidades en nuestra labor, es lo siguiente:

El Jefe de los Servicios Coordinados de Salubridad y Asistencia del estado, Dr. José Bustos, designó una comisión de Médicos formada por los Doctores Raymundo Suárez Bacallao y Guillarmo Blázquez, para que observaran el cadáver en qué estado se encontraba y certificaran si había huesos áridos, es decir, si en vez de haber cadáver completo, sólo se trataba de restos fósiles. Pero cuando los médicos comisionados por Salubridad se dirigieron a la casa de las Monjitas donde se encontraba el sarcófago del extinto Prelado, ya se encontraban ahí los Médicos Solón Sanginés, Director del Hospital Civil. Adalberto Moreno Armengual, Salazar Peinado, Dra. Ruiz Revueltas, Isaac Espinoza, uno de los Médicos descubrió el rostro del extinto Jefe de la Iglesia Veracruzana y todos vieron con gran sorpresa que estaba intacto, sólo la palidez de la muerte como lirio, se notaba en su cara; pero las mejillas estaban llenas completas, tal y como si ayer hubiera fallecido el Prelado; sus vestiduras igualmente, no tenían la menor destrucción ni siquiera maltratado o arrugas: las manos que tenía cruzadas sobre su pecho estaba llenas, completas de musculación o carne, como si el Prelado estuviera vivo aún. Todos los presentes Médicos y Sacerdotes, Periodistas y personas prominentes no hablaban; hubo sin embargo un Santo Tomás, perdón por la comparación, que quiso tocar para creer, y fue el Dr. Solón Sanginés, quien portando un bisturí, lo clavó en el cuello del cadáver para cerciorarse si la carne estaba putrefacta debajo de la piel y grande fue la sorpresa de él mismo y de todos los presentes al ver que apenas había extraído el bisturí, cuando la pequeña herida que había causado, se cerró inmediatamente son brotar sangre ni nada.


Los médicos han hecho apuntes, observaciones, estudios, pero nadie ha hecho hasta hoy una declaración científica como se espera con ansia, para conocer las verdaderas causas de este fenómeno biológico que esta sirviendo de base para atribuirlo a un milagro entre la gente del pueblo, con tanta veneración y amor que ha querido ver el cuerpo del santo Prelado.



 
 
 

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