DIÓCESIS DE SAN ANDRÉS TUXTLA
CATEDRAL DE SAN JOSÉ Y SAN ANDRÉS APÓSTOL
DOMINGO IV DE ADVIENTO CICLO B
HOMILÍA
+MONS. JOSÉ LUIS CANTO SOSA
DOMINGO 24 DE 2023
Primera Lectura: 2 Samuel (7,1-5. 8b-12. 14a.16): Dios no quiere ser "encerrado".
Salmo Responsorial. Del Salmo 88, 2-3. 4-5. 27 y 29. R. Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor.
Segunda Lectura: Romanos (16, 25-27): El evangelio, misterio de salvación de Dios.
Aclamación antes del Evangelio: Lc 1, 38. R. Aleluya, aleluya. Yo soy la esclava del Señor; que se cumpla en mí lo que me has dicho. R. Aleluya.
Evangelio: San Lucas (1,26-38): María, en manos de Dios.
Queridos hermanos y queridas hermanas:
El pasaje del Evangelio de San Lucas (Lc 1, 26-38) nos presenta la Anunciación a María, una sencilla y humilde joven de Nazareth, que reacciona con temblor y temor ante la sorpresiva presencia del ángel Gabriel, a la vez que se siente atraída por su saludo: el Señor está contigo; no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. María estaba desposada con José, de la casa de David, pero llamada a compartir con él un proyecto de vida que trascendía todas sus aspiraciones: al hijo que vas a concebir le llamarás Jesús, será el descendiente de la dinastía de David anunciado por los profetas, el Hijo del Altísimo, cuyo reino no tendrá fin. Absorta y ensimismada, María meditaba las palabras del ángel Gabriel y le preguntó ¿cómo podía suceder lo que le anunciósiendo ella virgen, prometida a José pero sin convivir todavía con él? La respuesta del ángel, desbordando todos sus sueños, le remite al poder del Espíritu Santo, el mismo que ahora fecundará su seno virginal: el que va a nacer será santo y se llamará Hijo de Dios. Como señal de que nada es imposible para Dios, ahí estaba el embarazo de su prima Isabel, la estéril.Identificada con la Palabra de Dios, María captó perfectamente el mensaje del ángel y no dudó en dar un paso adelante: cúmplase en mí lo que me has dicho.
San Lucas en base a textos proféticos del Antiguo Testamento recoge la fe firme e inquebrantable de los primeros cristianos en la misteriosa encarnación de Jesús, desvelada a la luz de las Escrituras. Un texto en el que el evangelista Lucas nos deja también la marca de su recia y peculiar espiritualidad: es el Espíritu de Dios quien lleva la iniciativa y dirige los hilos de la historia, si bien sirviéndose de personas atentas y dóciles a su llamada como Juan el Bautista, María, José, Isabel, Zacarías, el anciano Simeón. En otras palabras, una historia enmarcada en la trascendencia insondable de un Dios necesitado de la colaboración humana para llevar a cabo sus providentes designios. Es en el encuentro amistoso de la interioridad, no en el majestuoso templo que quería construirle David,como da a conocer la Primera Lectura (2 Sam 7,1-5. 8b-12. 14a.16), donde Dios encuentra su casa, como ocurrió con María. De ahí el jubiloso canto de alabanza en que prorrumpe, agradecido, el corazón humano acompañando a María en su Magníficat. La alta cristología que condensa la escena evangélica de la Anunciaciónnos introduce en el insondable misterio del niño que va a nacer “por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre”, como decimos en el Credo, en nuestra Profesión de Fe. Nada extraño, pues, que el Apóstol Pablo, como hemos escuchado en la Segunda Lectura (Rom 16, 25-27), en la doxología final de su Carta a los Romanos, afirme que el proyecto salvífico de Dios, oculto desde la eternidad, ha sido ahora revelado en Cristo: revelación delmisterio mantenido en secreto durante siglos, y que ahora, en cumplimiento del designio eterno de Dios, ha quedado manifestado por las Sagradas Escrituras.
Nos unimos al salmista en alabanza a la gloria de Dios como lo hace María en el Magníficat, pues firme es el amor de su alianza con nosotros por eso hemos dicho en el Salmo Responsorial: Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor. La celebración de la cercana Navidad puede ser sin duda un momento propicio para renovar y actualizar la alianza de Dios con su pueblo en “la casa del encuentro”, en el corazón de cada uno de nosotros. Es Él quien toma la iniciativa a la espera de un regazo cálido, como el de María, dispuesto y decidido a dar un sí gozoso y esperanzado a la propuesta del mensajero divino. Con temor y temblor, desbordados por el misterio, pero con la indefectible confianza de quien asiente a la Palabra de un Dios fiel a sus promesas. Es la actitud reflexiva y contemplativa de María acogiendo la palabra del ángel la que le permite fecundar el fruto de sus entrañas. Como el rey David, soñamos a veces con grandes proyectos. Sin embargo, la Virgen de la Anunciación nos lleva por otros caminos: María, llena de fe, al responder: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí lo que dices”, concibió a Cristo en su mente y en su corazón antes que en su seno virginal (San Agustín de Hipona).
Dice el Papa Francisco: En el Evangelio de hoy resuena el saludo del Ángel a María: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo» (Lucas 1, 28). Dios siempre ha pensado en ella y la ha querido, para su plan inescrutable, como una criatura llena de gracia, es decir, llena de su amor. Pero para llenarse es necesario hacer espacio, vaciarse, hacerse a un lado. Como María, que supo escuchar la Palabra de Dios y confiar totalmente en su voluntad, aceptándola sin reservas en su propia vida. Tanto es así que el Verbo se hizo carne en ella. Esto fue posible gracias a su “sí”. Al ángel que le pide que se prepare para ser madre de Jesús, María le responde: «He aquí la esclava del Señor: hágase en mí según tu palabra» (v. 38). María no se pierde en tantos razonamientos, no pone obstáculos al camino del Señor, sino que confía y deja espacio para la acción del Espíritu Santo. Pone inmediatamente a disposición de Dios todo su ser y su historia personal, para que la Palabra y la voluntad de Dios los modelen y los lleven a cabo. Así, en perfecta sintonía con el designio de Dios sobre ella, María se convierte en la “más bella”, en la “más santa”, pero sin la más mínima sombra de complacencia. Es humilde. Ella es una obra maestra, pero sigue siendo humilde, pequeña, pobre. En ella se refleja la belleza de Dios que es todo amor, gracia, un don de sí mismo. (Ángelus, 8 diciembre 2019)
Queridos hermanos y queridas hermanas. En la Oración Colecta de la Celebración Eucarística de hoy, así como cada día en el Ángelus, pedimos a Dios que infunda su gracia en nuestros corazones, para que, habiendo conocido, por el anuncio del ángel, la encarnación de su Hijo, lleguemos, por medio de su pasión y de su cruz, a la gloria de la resurrección, Que esto se haga realidad por intercesión de Nuestra Señora del Carmen, San José y San Andrés Apóstol y nuestra colaboración de la Palabra de Dios, de la Eucaristía, la oración y la realización de las obras de misericordia. Así sea.
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