Ordenaciones Diaconales
Seminario Mayor de San Andrés Apóstol
Salto de Eyipantla
30 noviembre 2022
“Jesús caminaba por la ribera del mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado después Pedro, y Andrés, los cuales estaban echando las redes al mar, porque eran pescadores. Jesús les dijo: “Síganme y los haré pescadores de hombres”. Ellos inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.” (Mt. 4. 18-20)
P. Jorge Luis Zarazúa Campa fmap, Superior General de la Fraternidad Misionera de los Apóstoles de la Palabra.
Sacerdotes, Diáconos Transitorios y Diáconos Permanentes.
Lorenzo Antonio, Óscar, Alexis, Cristian Ernesto fmap y Pedro fmap.
Religiosos y religiosas.
Seminaristas.
Familias de los que van a ser ordenados diáconos.
Hermanos y hermanas presentes en esta Celebración Eucarística.
Fieles que siguen la transmisión de esta Santa Misa por medio de las redes sociales.
Hermanos y hermanas todos en el Señor.
El diaconado es un ministerio importante en la Iglesia y por eso tenemos que remontarnos un poco en la Historia de la Iglesia para poder comprender mejor el papel del diaconado. En el origen del diaconado, la comunidad de apóstoles elige a algunos para una misión especial: “Por aquellos días, como el número de los discípulos iba en aumento, hubo quejas de los llamados helenistas contra los llamados hebreos, porque según ellos sus viudas eran tratadas con negligencia en la atención de cada día. Los Doce reunieron la asamblea de los discípulos y les dijeron: No es correcto que nosotros descuidemos la Palabra de Dios por hacernos cargo de las mesas. Por tanto, hermanos, escojan de entre ustedes siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes podamos encargar esta tarea” (Hch. 6, 1-4) y la misión encomendada es la experiencia de servir. Desde entonces, la diaconía se ha configurado como un privilegio, que es tener la oportunidad de estar más cerca de los sencillos, de los últimos, de los más pobres, de los necesitados. Ser Diácono es tener el don y la responsabilidad de transparentar la acción permanente de Dios, que nunca se desentiende de la humanidad frágil; es un camino para disponerse por entero a la misión de la Iglesia y ser testigo en el mundo del amor de Dios.
En la formación de todo sacerdote, el diaconado es una etapa transitoria, pero el hecho de ser momentánea no implica que sea menos significativa, pues el diaconado es un espacio para poner los cimientos y recordar que el sacerdocio es fundamentalmente una vocación de servicio. Al prepararse para el sacerdocio Lorenzo Antonio, Óscar, Alexis, Cristian Ernesto fmap y Pedro fmap tengan siempre presente que el diaconado estará presente toda su vida en una vocación para amar y servir, pues la Diaconía se prolonga en el Presbiterado y si Dios les permite algún día en el Episcopado. Quiero felicitares y unirme a la alegría de toda la Iglesia por esta ordenación diaconal. Doy gracias a Dios porque sigue enviando “obreros a su mies”, en particular a nuestra querida Diócesis de San Andrés Tuxtla. Como Diáconos están llamados a una especial vocación de servicio en la liturgia, en el anuncio de la palabra y en la caridad. Ustedes saben que Cristo es el modelo de servicio, que por amor se hizo el servidor de todos. Háganse servidores por con amor y por amor, configurándose con Cristo.
Hoy, Fiesta de San Andrés Apóstol, termina el Año Vocacional en nuestra querida Diócesis. San Andrés Apóstol es Patrono de la ciudad de San Andrés Tuxtla y de nuestra Diócesis, de la Santa Iglesia Catedral, junto con San José; al igual es Patrono del Seminario en sus Etapas Propedéutica, Filosófica y Teológica; también la Parroquia de Otatitlán está bajo su Patrocinio. Los jóvenes de toda nuestra Diócesis fueron consagrados a San Andrés Apóstol por mi antecesor, Mons. Fidencio López Plaza, al proclamarse el Proyecto DM4, considerando que Andrés junto con otro discípulo de Juan el Bautista, siguió a Jesús alrededor de las 4 de la tarde (cfr. Jn. 1, 39).
Les invito queridos jóvenes, que van a ser ordenados Diáconos, tener un corazón que vele por las necesidades de los demás, de modo que se encarnen en ustedes las palabras de Cristo: “no he venido a ser servido, sino a servir” (Mt. 20, 28). En el encuentro con Jesús en la Eucaristía y en la oración hallarán siempre la gracia para desempeñar su ministerio. Me dirijo especialmente ahora a las familias de los que hoy serán ordenados Diáconos: ahora les necesitan de una manera particular, ellos cuentan con su cercanía y su oración en este tiempo en el que continuarán formándose antes de la ordenación sacerdotal. Queridos hermanos Sacerdotes, Diáconos Permanentes, Religiosos, Religiosas y Fieles que los nuevos Diáconos sientan su compañía y su cariño en esta Celebración Eucarística y en todo momento.
Se les agradece sus oraciones y trabajo por las vocaciones a todos los Sacerdotes, Diáconos, Religiosos, Religiosas y Fieles, muy especialmente a la Pastoral Vocacional y a los Equipos Parroquiales de la Pastoral Vocacional. Ciertamente culmina hoy el Año Vocacional con muchos frutos. Se realizaron Encuentros de Jóvenes, reuniones de Equipos de Pastoral Vocacional, Eucaristías Vocacionales, Horas Santas Vocacionales entre muchas otras actividades que han favorecido a la Promoción Vocacional. Un primer fruto en este Año es el aumento de los adolescentes y jóvenes que iniciaron su proceso vocacional: 17 adolescentes en el Seminario Menor y 9 al Introductorio. En este Año Vocacional fueron ordenados cinco Presbíteros y varios Diáconos como fruto de muchos años de la oración y promoción de la Pastoral Vocacional.
Y ahora que termina el Año Vocacional ¿qué sigue? Es necesario e indispensable impulsar un CAMINO PERMANENTE DE MISIÓN VOCACIONAL pues la siembra y la pesca continúan. Sigamos poniendo en práctica la Sinodalidad Diocesana, que sigamos sembrando con Cristo para cosechar juntos. Sigamos unidos en Oración y Acción constante rogando al Dueño de la Mies que cada uno de nosotros descubra verdaderamente cual es la voluntad de Dios en nuestras vidas y le respondamos generosamente. Que por intercesión de Nuestra Señora del Carmen, San José y San Andrés Apóstol vivamos plenamente cada uno de nosotros nuestra vocación en la Iglesia y en el mundo para que el mensaje del Señor resuene en toda la tierra. Así sea.
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