REFLEXIÓN DOMINICAL.
6 DE DICIEMBRE 2020. CICLO B.
EVANGELIO
DAME OTRA OPORTUNIDAD. (ESPERANZA)
II SEMANA DE ADVIENTO
PBRO. TEODULO MORALES MEZO.
1. VEMOS
¡Padre, regálame un abrazo! Fue la frase de aquel joven, su semblante era deprimente, flaco, ojeroso, demacrado, desaliñado, mal vestido, los ojos aguados. La petición me pareció rara, y más porque no conocía a ese muchacho. En mis escasos 2 años de vida sacerdotal, no me había tocado algo así, no supe qué hacer, pero accedí a darle el abrazo que me pidió. Me abrazó más bien él. Y la frase última de ese momento me impactó. –¡Padre, si no estuviera aquí en este momento, yo estaría muerto!-.
Su drama era cruel: con drogas, sin padre, con una mamá enferma, un hermano lejos y también hundido en las drogas. Sin dinero para atender a su madre, se hundió en la desesperación. Pero tenía una esperanza. –Padre, ¡Quiero cambiar, quiero pedirle a Dios otra oportunidad!-
2. ILUMINAMOS
Del santo Evangelio según san Marcos: 1, 1-8
Éste es el principio del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. En el libro del profeta Isaías está escrito: He aquí que yo envío a mi mensajero delante de ti, a preparar tu camino. Voz del que clama en el desierto: "Preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos". En cumplimiento de esto, apareció en el desierto Juan el Bautista predicando un bautismo de conversión, para el perdón de los pecados. A él acudían de toda la comarca de Judea y muchos habitantes de Jerusalén; reconocían sus pecados y él los bautizaba en el Jordán. Juan usaba un vestido de pelo de camello, ceñido con un cinturón de cuero y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Proclamaba: "Ya viene detrás de mí uno que es más poderoso que yo, uno ante quien no merezco ni siquiera inclinarme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
Particularmente creo en el Dios de segundas oportunidades, un Dios que siempre va a estar dispuesto a dar y ofrecer otra nueva oportunidad. Un Jesús que, lejos de señalar, estará siempre invitando a preparar el camino del Señor, estará invitando a enderezar el camino, el sendero, invitando a la conversión.
Por lo tanto, escucha esto, no sé cuántas veces te has equivocado, no sé cuántas veces has tomado malas decisiones, no sé cuántas veces te has apartado de Dios. No importa, borrón y cuenta nueva. Vuelve a comenzar. Animo. Ten la Esperanza de volver a comenzar de nuevo bajo la mirado amorosa de Dios que siempre te está dispuesto a dar otra oportunidad.
3. ACTUAMOS
La convicción de que Dios es un Padre amoroso, que nos quiere con locura y por eso desea nuestro bien, nos lleva a la paz y a la serenidad ante todos los acontecimientos. Saberse hijo de Dios llena de verdadera esperanza. Si en casa fomentamos la certeza de alcanzar el cielo, porque Dios es bueno y es infinita su misericordia, todos tendremos más paz. Sabernos hijos de Dios nos lleva también a amar al mundo, que salió bueno de las manos de nuestro Padre Dios, y a afrontar la vida con la clara conciencia de que se puede hacer el bien, vencer al pecado y llevar el mundo a Dios.
El sentido de la filiación divina conduce por eso a una gran libertad interior, a una profunda alegría y al optimismo sereno de la esperanza. Habremos ganado mucho si en nuestros hogares conseguimos que ante los peligros, las angustias, las dudas, todos de forma natural invoquen a Santa María. Una buena forma será repetir de vez en cuando en familia la oración de san Bernardo:
«No se aparte María de tu boca, no se aparte de tu corazón; y para conseguir su ayuda intercesora no te apartes tú de los ejemplos de su virtud. No te descaminarás si la sigues, no desesperarás si la ruegas, no te perderás si en Ella piensas. Si Ella te tiene de su mano, no caerás; si te protege, nada tendrás que temer; no te fatigarás si es tu guía; llegarás felizmente al puerto si Ella te ampara».
Por último y para terminar, te propongo que en este momento encendamos la segunda vela de la Corona de Adviento, la vela de la esperanza, la vela de la confianza en Dios. toma tu corona de Adviento, enciende la segunda vela haciendo esta oración:
Oh Padre Misericordioso, que nos has creado a tu imagen,
Concede a mi familia crecer en la Esperanza.
No, permitas que el miedo nos venza, nos atrape y nos invada.
Danos la gracia de crecer en la Esperanza.
Que al encender esta segunda vela de adviento,
Nos recuerde tu amor misericordioso y las promesas de
Ganar el cielo.
Envía tu gracia sanadora sobre todos los enfermos, especialmente por
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Hazlo crecer en la Fe, dale Señor, la salud de alma de y del cuerpo. Amen.
Que en este segundo domingo de adviento hermanos, experimentemos la gracia santificadora y la protección santificadora de nuestro Padre Dios. Que Dios nos bendiga. Amén
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