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¡NO ME QUIERO MORIR!CICLO B. DESAYUNO DOMINICAL DOMINGO 14 FEBRERO

DESAYUNO DOMINICAL

DOMINGO 14.

Verde

VI Domingo Ordinario.

Pbro. Teódulo Morales Mezo.

¡NO ME QUIERO MORIR!

CICLO B




A. ¡EN MI PUEBLO DICEN…!

-No me quiero morir Padre, reza por mí, tengo Covid-19. -No te preocupes, cuenta con mis oraciones. –No sé si mis palabras le dieron aliento, lo cierto es que se marchó con un semblante muy conmovedor. Me preguntaba a mí mismo si eso no era realmente un compromiso, y me vino la duda. -¿Se recuperará?

Hacía muchos años que la conocía, estudiamos juntos la primaria, era muy alegre, muy activa, le gustaba cantar, casi siempre tenía una sonrisa en el rostro. –No podía creer que tuviera ese semblante de espanto, de miedo. Me dio pesar, se había casado por lo civil unos años atrás y unos años después había enviudado. Sus dos hijos lejos de casa, también ya casados, ahora ella vivía sola, y ahora, con Covid-19.

Cuando leí el evangelio de este domingo, el último del tiempo ordinario antes de la cuaresma, encontré la respuesta a esta duda que había en mi interior sobre su salud y es que muchos han muerto, no sé cuántos se han librado. Y me dieron ganas de hablarle por teléfono para decirle lo que había comprendido. Para que hiciera lo que este leproso…




B. EN LA BIBLIA DICE…

EVANGELIO

Del santo Evangelio según san Marcos: 1, 40-45

En aquel tiempo, se le acercó a Jesús un leproso para suplicarle de rodillas: "Si tú quieres, puedes curarme". Jesús se compadeció de él, y extendiendo la mano, lo tocó y le dijo: "¡Sí quiero: Sana!". Inmediatamente se le quitó la lepra y quedó limpio. Al despedirlo, Jesús le mandó con severidad: "No se lo cuentes a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo prescrito por Moisés". Pero aquel hombre comenzó a divulgar tanto el hecho, que Jesús no podía ya entrar abiertamente en la ciudad, sino que se quedaba fuera, en lugares solitarios, a donde acudían a él de todas partes. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.



C. YO NO DIGO, YO HAGO…

-El teléfono sonó y sonó, la llamada entró muy bien, pero nunca contestó. Por la tarde intenté nuevamente hablarle, esta vez tuve suerte y entonces aproveché para decirle lo que Jesús me había iluminado. Después de saludarla y preguntar cómo estaba, por fin abordé el tema.

-Sonia, ayer me pediste que orara por ti, ví el miedo dibujado en tu rostro, y todavía te oigo un poco apesadumbrada, pero quiero pedirte un favor, mira, no tan solo soy yo quien tengo que pedirle a Dios que te devuelva la salud, tú también tienes que orar, tienes que pedir a Dios tu salud. –Me respondió con un tono tranquilo. –Padre, pido a Dios todos los días por mi salud. No estoy bautizada (confieso que no sabía que no estaba bautizada, pero claro, en la escuela no se habla de eso) -he soñado tan horrible, he visto cómo los demonios me despedazan, he invocado a Dios en ese sueño y los demonios me han dicho que no ore, que Dios no me escucha. Pero seguí orando y en el momento de mayor miedo en ese sueño tan real, he visto la mano de Dios rescatándome de ese abismo en el que caía.

Le prometí a Dios que buscaría la Iglesia, le he pedido que me dé la oportunidad de bautizarme. Mi miedo es ese Padre, me dio Covid y tengo miedo de morir. Le reclamo a Dios, habíamos quedado que me daría otra oportunidad. Pero… por qué me dio esta enfermedad. Mi miedo es morir sin estar bautizada. Lo peor es que nadie quiere atenderme, me tienen miedo. La lepra era muy parecida.